La Ciudadanía en la Democracia Moderna.
Observar
el siguiente video:
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Reflexión.
¿Quiénes son ciudadanos en la actualidad?
¿Puede haber democracia sin ciudadanía?
Conceptualización
La democracia, como modelo de gobierno de la
modernidad, se basa en asignar a las personas la condición de ciudadanos y
ciudadanas, iguales ante la ley, libres para actuar, para elegir a sus
gobernantes o para ser electas como autoridades en condiciones de equidad.
El concepto de
democracia está ligado con el Estado de derecho, es decir, todo poder está
subordinado a la ley, siendo la ley máxima la Constitución. Actualmente, la
democracia ecuatoriana ha dado un paso más allá declarando al Estado como un
Estado de derechos (CRE, 2008), lo que significa que si alguna ley atenta
contra algún tipo de derecho de una persona, deberá ser modificada.
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El desconocimiento de las leyes por parte de los
gobernantes conduce a formas de gobierno dictatoriales o tiránicas, donde lo
que prima es el criterio del mandatario con base en sus intereses. Estas son
formas de gobierno contrarias a la democracia.
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La práctica de la democracia está relacionada con una
cultura democrática, basada en la confianza en sus gobernantes y su
credibilidad (Hernández, 2008), así como la libertad de expresión y de
cuestionamiento a los mandatarios. Estos últimos, para ser electos, deben ser
elegidos por la mayoría de la población y gozar de legitimidad. Deben rendir
cuentas sobre sus actos.
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En democracia se puede disentir y conformar grupos de
oposición democrática y legal; la población puede formar parte de partidos
políticos que compartan sus posiciones ideológicas.
Un Estado democrático, para atender las necesidades de
la población, descentraliza su poder a través de las formas de gobierno local,
por ejemplo, los consejos provinciales, municipios o juntas parroquiales, a las
que asigna roles y funciones específicas. El nivel central es solo una
instancia definidora de las políticas públicas.
En democracia, las decisiones las toma libremente la
mayoría. Esto supone un riesgo para que los derechos de las minorías sean
considerados o que los criterios de los disidentes se tomen en cuenta. De ahí
que es necesario conocer las necesidades y demandas de los grupos minoritarios,
a fin de que se gobierne para todos.
Una sociedad democrática verdadera es en la que todas las personas acceden a los derechos civiles, políticos y sociales (O’Donell, 2004), donde conviven de forma pacífica instituciones públicas, privadas, organizaciones, asociaciones, movimientos sociales, partidos políticos, grupos sociales o culturales; todos ellos diversos, que participan en la deliberación pública, con respeto.
En caso de conflicto, los espacios de diálogo y de
negociación son los mejores escenarios para su resolución.
La ciudadanía, en la democracia moderna, es una
condición atribuible a todas las personas desde su nacimiento, desde cuando
pueden gozar de todos los derechos humanos en libertad, posibilitando al máximo
el desarrollo de sus capacidades. Pero la ciudadanía también conlleva
obligaciones para con el propio ciudadano y con la sociedad: el respeto
absoluto a los demás, a las leyes, a lo diferente.
Así, un ciudadano consciente asume roles como
participar en los asuntos públicos con su opinión o su actuación, promueve la
paz y el consenso, busca dialogar en vez de imponer e incorpora este estilo de
vida en su ámbito personal, familiar y profesional.
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