miércoles, 10 de noviembre de 2021

FILOSOFIA 2DO BGU

 LA TIRANÍA DEL YO 



La imposición del yo cartesiano  

Para una comprensión más profunda de la 
problemática de la filosofía latinoamericana, es necesario hacer una crítica de las categorías del pensamiento dominante que Occidente ha impuesto como únicos, universales y verdaderos, con el fin de homogeneizar la diversidad de pensamientos y cosmovisiones originarias de los lugares que han colonizado.
Una de esas categorías es el yo, formulado por René Descartes (1596 - 1650) en la frase Cógito, ergo sum (Si pienso, entonces existo). Esta, más que una conclusión epistemológica u ontológica, es la expresión del pensamiento europeo, con sus necesidades derivadas de un desarrollo histórico, espiritual y material particular. 

El Renacimiento 


Después de la Edad Media europea, en los siglos XV y XVI, sucede un renacimiento cultural que trae consigo una revalorización de la cultura clásica, en especial de las ideas filosóficas, de cuyo desarrollo surgió el racionalismo cartesiano, núcleo conceptual de la Modernidad que se impone a la periferia con la expansión colonial.
El racionalismo cartesiano es una centralización del yo, de lo subjetivo que, no obstante, se universaliza a través de mecanismos de dominación. Pero no se puede entender la imposición del yo cartesiano sin considerar el concepto de res extensa. Esta, según Descartes, es el tipo de sustancia material concebida como máquina, que no posee sustancia pensante. En esta categoría se encuentran los animales, las plantas y la naturaleza en general que, de acuerdo con el racionalismo moderno, no son más que cosas (res) utilizables.
Así, desde los conceptos del yo y res extensa, y de su universalización, el sujeto racional cartesiano europeo emprende procesos como la conquista y dominación de lo natural, de lo extenso, dentro de cuya categoría se encuentra el mundo desconocido, lo no pensante, lo otro opuesto al yo que debe ser civilizado, racionalizado.
De ahí que el expansionismo cultural y material europeo, a través de la colonización y la neocolonización, tengan su fundamento primero en el yo cartesiano.
El Siglo de las Luces


El proyecto de la razón se consolida en el Siglo de las Luces, cuando la Modernidad engendra la Ilustración, pensamiento que opone la razón a la oscuridad medieval basada en los dogmas religiosos.
La clase burguesa iza las banderas de la libertad y la igualdad, aunque solo entre iguales, y universaliza la racionalidad moderna a través de sus revoluciones políticas.
Así, la democracia y el liberalismo, si bien significaron avances históricos respecto al
antiguo orden monárquico, se convirtieron en mecanismos de dominación cuyo fin principal fue la realización del ideal económico burgués: la acumulación de capital, el libre mercado y la propiedad privada.
La industrialización
Los avances científicos modernos, en cuya génesis se encuentra el dominio de la res extensa, llevaron a la mecanización de los talleres y a la Revolución industrial. Esta
nueva realidad económica requirió el incremento del consumo, y con este, de la producción. Los capitales requirieron nuevos mercados, así como mayor cantidad de materias primas que solo podían ser satisfechos mediante la expansión.
Por eso, entre los siglos XVIII y XIX la América independiente y periférica sirve de proveedora de materias primas al centro industrial. En esta dinámica se establece una relación de dependencia en la cual el centro provee la tecnología y presta los recursos económicos a la periferia que, además de proveer las materias primas, adquiere una
deuda impagable y se somete a condiciones sociales deprimidas.

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