Gabriel Garcia Moreno y la Consolidación del Estado
Un esfuerzo por unir al Ecuador
La experiencia de la crisis de 1859 y el peligro de disolución provocaron un esfuerzo por unir al país. El incremento de las exportaciones de cacao y la vinculación al mercado mundial exigían que la sociedad y la administración pública se modernizaran. Se imponía, pues, un esfuerzo de modernización y centralización que necesitaba un acuerdo de las oligarquías regionales que, sin eliminar sus contradicciones, pusiera reglas para el control del poder. Pero ese acuerdo requería fuerza y represión. El régimen de Gabriel García Moreno llevó adelante esa alianza y puso en marcha un proyecto de modernización y consolidación del Estado. García Moreno nació en Guayaquil, estudió Derecho en la Universidad Central, de la que fue profesor y rector. Se casó con una aristócrata quiteña y se introdujo en los círculos latifundistas. Estudió un tiempo en Francia y volvió al Ecuador a encabezar la oposición al urvinismo.
El polémico constructor
García Moreno dirigió el gobierno de Quito en 1859 y la reunificación del Ecuador al año siguiente. En 1861 fue elegido presidente de la República y dominó la política hasta 1875. Fue un gran constructor, pero dirigió numerosos actos de represión que lo convirtieron en la figura más polémica de nuestra historia. En el poder, García Moreno logró centralizar y administrar con mayor eficiencia buena parte de las rentas públicas, impulsó la creación y desarrollo de los bancos y promovió el control de las emisiones de moneda. El Estado comenzó a pedir préstamos a los bancos para financiar su funcionamiento. Se construyó una gran cantidad de obras públicas con planificación y honradez. Se crearon escuelas, colegios, institutos especializados y centros de educación superior, como la Escuela Politécnica, el Conservatorio y normales para indígenas. Se fundó el Observatorio Astronómico. El ejército fue reorganizado y modernizado.
El Garcianismo
En esos años, el Ecuador comenzó a ser un país organizado, mejor comunicado y con una educación en crecimiento. Esa sería una característica del garcianismo. Pero hubo protestas de grupos de la oligarquía, y fundamentalmente de sectores populares, a los que se les exigía más trabajo y se les cobraba más impuestos. Frente a eso, García Moreno decretó fusilamientos, azotes, encarcelamientos y expulsiones del país. Enfrentó varios alzamientos populares, el más importante de los cuales fue liderado por el cacique indígena Daquilema.
El programa se aplicó con el apoyo de la Iglesia católica. Para ello, el presidente negoció con el Vaticano un “Concordato”, que estableció el monopolio del clero sobre la educación, la cultura y la prensa. Muchísimos religiosos fueron traídos de Europa para hacerse cargo de la educación y para “reformar” los conventos nacionales. García Moreno gobernó hasta 1865. Le sucedió Jerónimo Carrión, que, a pesar de ser de su confianza, no pudo mantener el régimen autoritario y fue forzado a renunciar. Su sucesor en la Presidencia, Javier Espinosa, tampoco pudo gobernar y fue derrocado por el propio García Moreno en 1869.
La Carta Negra
De nuevo en el poder, García Moreno convocó a una Asamblea de incondicionales que, en 1869, aprobó una Constitución que establecía que para ser ciudadano se requería ser católico, y daba al gobernante poderes dictatoriales.
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