jueves, 7 de octubre de 2021

1ERO CIUDADANIA S21

 

La democracia como experiencia social: manifestaciones y expresiones en la vida cotidiana.


Reconocer la democracia como una experiencia social enfocándose en el análisis de sus manifestaciones y expresiones en la vida cotidiana y en las prácticas ciudadanas comunes.




¿Cómo construyes democracia en tu vida diaria?

 La tolerancia rompe con los imposibles y abre la mente hacia el amor.

 Cada persona puede aportar a la democracia cuando en su vida crea una cultura de paz.

Desequilibrio cognitivo

¿Hay relación entre la democracia y el amor?

Conceptualización

Después de analizar las demandas sociales de los pueblos, su vinculación con la soberanía popular y la legitimación social del poder político, es preciso reconocer que todo ello aporta a entender a la democracia como una experiencia social, donde esos y otros procesos forman parte de sus manifestaciones y expresiones cotidianas.

La convivencia democrática

implica aplicar los principios de la democracia a la vida humana  en todos los diferentes espacios donde se desarrolla: la escuela, la familia, la calle, un parque, el estadio, etc.

La tolerancia

 Uno de estos principios es la tolerancia, que consiste en permitir a los individuos acercarse sensiblemente a la esfera cotidiana del ‘otro‘. Favorece la construcción de una cultura democrática en la que se comparte con lo diferente, ya sea desde lo cultural, religioso, político, artístico, etc.



El límite de la tolerancia o lo que es imposible tolerar es aquello que va en contra de los seres humanos como la guerra, la corrupción, la xenofobia, el racismo, la violencia en todas sus formas, la denigración humana, la exclusión o discriminación.

La no violencia activa y el diálogo

La renuncia a la violencia llamada ‘no violencia activa’ y el ejercicio del respeto al “otro”, es otro de los principios fundamentales que permite crear una cultura democrática, porque concibe que los conflictos son parte de la vida y de los cambios o transformaciones sociales que deben darse; siempre se darán. Lo que varía es la forma de resolverlos.

En la democracia se pretende que la población adquiera cada vez más la destreza del diálogo tolerante, a través de la escucha empática, comprensión y empatía con el otro, entender sus necesidades, ceder posiciones, generar consensos, llegar a acuerdos y cumplir con ellos. Esto es lo que conocemos como una cultura de paz.

La solidaridad

Siempre en el transcurso de la vida suceden hechos inesperados que ponen a las personas y colectivos en situaciones difíciles y los convierten en vulnerables. La sociedad en su conjunto tiene la responsabilidad de cuidar a sus miembros, protegerlos y permitirles que recuperen su estado de bienestar, en caso de perderlo. La solidaridad es el conjunto de acciones de apoyo y ayuda mutua que concretan un acto de amor y cuidado desinteresado hacia quienes lo necesitan.

Construir la democracia social implica cultivar una nueva sensibilidad que rompe con la indiferencia, el quemeimportismo, el individualismo. Requiere que las personas nos sensibilicemos frente a lo que le pasa al otro y actuemos enseguida para ayudar; que entendamos que el desarrollo de un país se consigue cuando todos estamos bien; cuando pongamos por delante al colectivo humano como el gran objetivo, del cual el individuo es parte.

La participación

La apatía, el inmovilismo y la pasividad son actitudes que impiden construir la democracia. La democracia social se construye con personas que son actores de su propia vida, que rompen con la sumisión y con la imposición, y en el ejercicio de su libertad y soberanía se permiten ser ellos mismos, construir sus sueños, tener una identidad personal, gustos, preferencias, pensamientos, y así actúan en coherencia con eso (Bobbio, 1984).

Si bien el objetivo máximo en la democracia es la colectividad, el aporte que cada individuo hace, desde la incorporación de los principios democráticos en su propia vida, nutre ese colectivo.

Esta actitud implica que cada persona incorpore la democracia en su forma de ser, en el tipo de relaciones que construye con los demás, en el interés que pone en lo que le sucede a los otros, en su participación decidida en los actos públicos que promueven el bien común, asumiendo la corresponsabilidad frente el ejercicio de los derechos de los ciudadanos y ciudadanas.

 


 

 


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