Biografía de la Tierra, formación de los continentes.
Video:
Reflexión:
Los
dinosaurios poblaron la Tierra. ¿En qué era geológica?
¿Qué características físicas tenía la Tierra en esa
época?
El
Big Bang
¿Cómo aparecieron la Tierra, el Sol y los planetas? Es una historia muy larga, más larga que cualquier otra historia que jamás hayan oído, porque tiene que ver con el origen del universo. Según la mayoría de los científicos, hace miles de millones de años todo el universo era una masa gigantesca muy densa y caliente, y hace unos 13.800 millones de años esa masa explotó.
Fue una gran explosión, que se conoce con las palabras en inglés Big Bang, una explosión tan grande que continúa hasta ahora, por lo que el universo estaría en constante expansión. Por la fuerza de esa explosión, esa materia extraordinariamente densa se transformó en miles de millones de pedazos que salieron despedidos en todas direcciones, a una velocidad cercana a la luz. Con el tiempo, tal vez 6.000 o 7.000 millones de años después, y a medida que se alejaban del centro y reducían la velocidad de su alejamiento, algunas masas de esa materia que habían quedado más cercanas entre sí empezaron a unirse y formaron lo que hoy conocemos como galaxias.
Una galaxia en particular nos interesa, la que hoy llamamos Vía Láctea. Nos interesa porque estamos dentro de ella (la podemos ver en el cielo despejado de la noche como si fuera un camino de apariencia lechosa). En efecto, hace unos 5.000 millones de años, cerca de su borde, igual que pasaba en otras partes de esa galaxia y de muchas otras, una porción de esa materia formó como una nube más densa, que se fue condensando por la gravedad en una esfera central incandescente a cuyo derredor giraban masas mucho más pequeñas.
Esa esfera incandescente es nuestro Sol, una estrella como millones de estrellas que se fueron formando. Las masas pequeñas que orbitaban alrededor también se condensaron, unas más y otras menos, formando los planetas y satélites.
Entre esas masas hubo una que quedó de un tamaño adecuado y a la distancia justa para tener agua en estado líquido y retener una envoltura de gases. Ya se pueden imaginar de qué planeta estamos hablando: del planeta Tierra.
Claro que hoy la Tierra tiene un aspecto muy distinto de cuando se formó, hace unos 4.470 millones de años. Porque al inicio era como un amontonamiento de rocas cuyo interior tenía mucho fuego, tanto que ese calor fundió todo el planeta.
Poco a poco el calor descendió y permitió que se formara una corteza más o menos estable. Millones de años demoró en secarse la corteza, que se volvió sólida. Al principio no tenía atmósfera ni agua, y seguía recibiendo muchos impactos de los meteoritos, pedazos de masa que chocaban con los otros cuerpos celestes en el espacio.
Además, el fuego del interior seguía manando en forma de lava incandescente por numerosas grietas. Esa lava, al enfriarse y consolidarse, formó capas que gradualmente aumentaron el espesor de la corteza (mira los anexos, página 221).
Todo siguió modificándose, pues el fuego del centro de la Tierra continuó saliendo por los volcanes y porque trozos de la corteza se movían y causaban terremotos gigantescos. Toda esta violenta interacción de fuego, tierra, aire y agua sirvió para ir formando las capas de suelo, que se enriquecía, mientras la superficie se iba transformando con el paso de miles de años.
En algún momento se dieron las condiciones apropiadas para el aparecimiento de la vida. Primero aparecieron dentro del agua simples compuestos orgánicos, después organismos unicelulares, más tarde los pluricelulares, vegetales y animales. La aparición de los humanos es, en esta larguísima historia, de hace apenas unos segundos: la evolución que llevaría al hombre empezó hace unos cuatro millones de años y el Homo Sapiens sapiens, nuestra especie, está sobre la Tierra solo unas decenas de miles de años.
Formación de los continentes
La Tierra no ha dejado de evolucionar y sigue haciéndolo. Uno de los cambios más grandes que experimentó fue la formación de los continentes. En 1912, el científico alemán Alfred Wegener formuló la hipótesis de que todos los continentes alguna vez estuvieron unidos en uno solo (al que llamó Pangea) y que luego, por lo que llamó la “deriva continental”, se separaron en grandes fragmentos. Se basó en la observación, que ya habían hecho antes otros científicos, de que los perfiles de los continentes “encajan” (por ejemplo, Sudamérica con África), pero añadió otros argumentos: las formaciones geológicas (cuya edad y condiciones eran iguales a ambos lados de los océanos en los sitios donde habrían estado unidos los continentes) y la distribución de los fósiles. Lo que no pudo explicar es por qué se habían separado.
Al comienzo no se le tomó muy en serio. Únicamente en la década de 1960, cuando se formuló la teoría de la tectónica de placas, se pudo explicar plenamente lo acontecido: desde hace millones de años la corteza de la Tierra se halla fragmentada en varios pedazos, llamados placas tectónicas, que se desplazan porque pertenecen a la litosfera (que incluye los continentes y los océanos), la cual “flota” sobre un manto fluido (llamado astenosfera). Esta teoría explica la formación de las cadenas montañosas (orogénesis), pues la presión de unas placas sobre otras ha hecho, a lo largo de millones de años, que se pliegue o arrugue la superficie sólida. También explica lo terremotos, que ocurren cuando las placas chocan entre sí o se desplazan lateralmente. Hoy, la mayor parte de los volcanes está justamente en los límites de las placas. Los continentes, entonces, no estuvieron siempre donde están e, incluso hoy, se desplazan, milímetros por año.
Eras
geológicas
Para entender cuándo y qué sucedió en esta prolongada historia de la Tierra, los científicos han dividido el tiempo en unidades cronológicas. La más grande es el eón, que se divide en eras geológicas, estas en períodos y estos en épocas. Los geólogos estudian las rocas, su estructura, su expulsión, su desgaste, su contenido, y establecen su edad. Como es lógico, mientras más antiguas es más difícil encontrarlas y estudiarlas.
En cambio, mientras más reciente es un período geológico, se pueden obtener más datos, y diferenciarlo de otros, por lo que se hace necesario dividirlo en grupos más pequeños. La enorme historia geológica de la Tierra se divide en dos grandes eones: el Precámbrico y el Fanerozoico. El primero abarca casi 4.000 millones de años (88% de la historia de la Tierra) y es cuando sucede todo lo que hemos relatado de formación de la litosfera, del océano (también llamado hidrosfera) y de la atmósfera. El Fanerozoico, en cambio, abarca 560 millones de años, tiene tres eras y llega hasta la época actual, el Holoceno.
La línea divisoria de la geohistoria de estos dos grandes eones está en las pruebas de vida. En las rocas del Precámbrico no existen trazas de vida, sino al final, cuando existieron formas simples como bacterias o algas (justamente la última era de este eón se llama Proterozoico, es decir, en griego, “la era de los tempranos seres vivos”), mientras que en el Fanerozoico ya la vida está patente (por eso su nombre: “vida visible”).
La era paleozoica (“vida antigua”) se extendió por 312 millones de años y es cuando la Tierra se dividió en varios continentes. Se forman montes como los Apalaches al este de Canadá y EE.UU. Las formas de vida más antiguas son conchas y moluscos, pero aparecen luego –en una transformación que hasta podría llamarse rápida, luego de tantos miles de millones de años sin vida–, formas más complejas: peces, anfibios que empiezan a salir a la tierra y migran a ella, primeros reptiles y primeras plantas (los helechos).
La era mesozoica (“vida intermedia”), conocida también como la era de los dinosaurios, vio con su clima caliente la diversificación y multiplicación de vida animal y vegetal sobre la tierra. Los continentes van acercándose a su fisonomía actual. A finales del Cretácico se forman los Andes, por el movimiento de subducción de la placa de Nazca, debajo de la placa Sudamericana.
La era cenozoica (“vida nueva”) abarca los últimos 65 millones de años, hasta la actualidad. En este período se produce la colisión de Asia con la India y de Arabia con Eurasia, dando lugar a los Alpes y los Himalayas. Desaparecen los dinosaurios y aparecen formas de vida más complejas, los mamíferos, los primates superiores, los homínidos, el Homo sapiens y el ser humano actual.
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